Cuando se encuentra con otros perros, que se le echan encima para moderle jugando (aunque sean mucho más pequeños en tamaño), Oscar mete el rabo entre las piernas y se sienta con la cabeza agachada, sin moverse. Yo pensaba que, de sólo jugar conmigo y otros humanos, se asustaba de los demás perros y acudía solícita a ampararlo.
Pero ayer me dí cuenta que estaba equivocada. Simplemente no le gusta el juego de morder PORQUE SE CREE UN CABALLO REJONEADOR. ¡OLE MI OSCAR!

Ayer nos encontramos con un cachorrillo nuevo en la urbanización y no ós podéis imaginar cómo se lo pasó Oscar.
Le encanta correr delante del otro perro.
Le provoca, como los caballos rejoneadores, se pone frente a él y le hace quiebros en los morros, primero a un lado y luego a otro, pegando saltitos con las patas delanteras.
Cuando el otro perro - léase el toro - se arranca detrás de Oscar, éste le provoca con el rabo, dejándoselo muy cerca de la cara, como diciendo, a ver si me lo coges. Cuando el otro perro se acerca demasiado, mete el rabo entre las patas y pega un acelerón, quebrando a un lado y otro del perseguidor. Así hasta que el otro perro se rinde, agotado y se tumba en el suelo.
Entonces Oscar, vuelve a la carga. Se acerca todo chulo por delante del perro y le vuelve a provocar, pegando saltitos a un lado y otro de su cara, o se pone a dar vueltas en redondo como una peonza delante de su cara y pasándole el rabo por los morros, hasta que el perrillo se arranca ... y a correr de nuevo!.
Así le tuvo ayer al otro perrillo, hasta que le dejó agotadito.
Luego vino a mí, andando todo chulo con la cabeza muy alta, ignorando al otro perrillo que se había quedado tumbado con la lengua fuera, como dicendo ves, lo he "dejao destrozao".
Lo dicho, se cree un caballo rejoneador.